martes, 6 de noviembre de 2012
LA EDUCACIÓN EN MÉXICO: DEL HECHO AL DICHO
LA EDUCACIÓN EN MÉXICO: DEL HECHO AL DICHO
José Francisco Cobián Figueroa
Presentación
El presente escrito es apenas una noción panorámica de la relación existente entre la educación y la sociedad, y de cómo se afectan mutuamente en el marco de la globalización.
Está compuesto por tres partes; las dos primeras (lo global, lo nacional) exploran el pensamiento de distintos autores acerca de los estragos económicos, políticos, sociales, culturales y ambientales que la globalización ha generado en el mundo, en general; y en México, en especial; y de cómo la educación se constituye en herramienta valiosa para la búsqueda y la concreción del equilibrio.
La tercera parte (lo personal), reúne las conclusiones y las propuestas personales, en relación con los fenómenos que se exponen en las dos primeras, y están pensadas y orientadas a incidir en el contexto de la educación mexicana en todos los niveles.
Lo global
Globalización
Para diversos autores (Stavenhagen, 2001; Opazo, 2001; Ornelas, 2000) la globalización es una tendencia a establecer relaciones de interdependencia económica entre todos los países, y es vista por algunos como una gran oportunidad de impulso y desarrollo para cada uno, pero las diferencias económicas, políticas, sociales y culturales existentes entre ellos, generan una dinámica heterogénea que les impide participar en condiciones de igualdad.
Esta tendencia fue iniciada en los países industrializados, mayormente desarrollados y con la más grande ventaja económica. Y, lo que de entrada se concebía como una oportunidad para todos, se convirtió en una relación de poder que abrió abismos más amplios y profundos entre los países ricos y los pobres, que ha hecho a los primeros más ricos y poderosos, y a los segundos más pobres, desvalidos y dependientes, dado que no cuentan con la misma capacidad de competencia.
Los países ricos, al obtener mayores beneficios, obtienen también mayores ventajas a nivel nacional, comunitario e individual; y se constituyen en potencias dominantes. Los países pobres, en objeto de dominio.
A la par de la expansión económica, en las naciones poderosas se generó también el avasallamiento de la ciencia, la tecnología y los medios masivos y electrónicos de comunicación, a través de los cuales las naciones no desarrolladas han sufrido un mayor sometimiento y una imprescindible dependencia. Dos razones lo explican: 1) los países que tienen dinero para invertir en ciencia, generan conocimiento útil para entender la naturaleza y al hombre y para desarrollar tecnologías (entre otras, las de la comunicación). Esto inicia un círculo virtuoso, pues quienes poseen el conocimiento, la tecnología y los medios de comunicación, pueden comercializarlos y producir mayor riqueza. 2) Los países pobres, en cambio (este es el círculo vicioso), no tienen dinero para montar laboratorios de investigación avanzados, ni para apoyar y brindar buenas oportunidades de desarrollo a sus científicos. Esto hace que los científicos salgan al extranjero en busca de mejores oportunidades; mismas que encuentran en los países del primer orden. Con esta práctica sus naciones de origen se vuelven más pobres, y las anfitrionas más ricas.
Consecuencias de la globalización
En la globalización es el mercado quien dicta las reglas del juego. Ante esta realidad, los Estados han entrado en una condición de invalidez, apatía, indolencia y complicidad cada vez más inaceptables, por cuanto se han abandonado la discusión y el debate que permiten la concepción, el diseño, la implementación y la evaluación de políticas públicas orientadas al logro de mayor equilibrio social y desarrollo humano.
Como la globalización se funda en el beneficio económico, se descuidan el impacto social, cultural y ambiental, poniendo en riesgo a la humanidad y al resto de las especies. Al respecto, algunas de las consecuencias más sentidas de la globalización, son:
• Los países ricos son detentadores del poder. Los países pobres y sus habitantes son víctimas de la dominación, la marginación y la explotación (Stavenhagen, op cit).
• El borramiento conceptual (no físico) de las fronteras, pues las constantes migraciones alteran el perfil étnico y demográfico (Stavenhagen, ibid), y el sentido de identidad nacional (Ornelas, op cit).
• En los países pobres, los habitantes sufren desempleo masivo, subocupación y violencia.
• El empleo de la tecnología en la producción hace prescindible el factor humano, los salarios son pésimos, se deteriora la salud física y mental, y la dignidad de las personas.
• Las mujeres tienen necesidad de integrarse al trabajo productivo para completar el ingreso familiar y enfrentan violencia doméstica, laboral y vecinal, y desintegración familiar.
• Los jóvenes no hallan lugar en la familia, la escuela ni el trabajo. Se sienten excluidos, expuestos a drogas y violencia.
• Las ciudades crecen, los ciudadanos se desencuentran, la gente pierde tiempo en trasladarse, emerge la delincuencia y las personas viven recluidas tras las rejas de sus propias casas: los ricos, en mansiones custodiadas; los pobres, en pocilgas (Opazo, op cit).
Todas, condiciones que llevan a quienes viven en situación de exclusión leve, moderada o severa, a desarrollar la sensación de dolor, impotencia y desesperanza; y al emprendimiento de movimientos que intentan tender puentes hacia la emancipación y el equilibrio. Entre otros: los de las mujeres, por la equidad de género; los de los homosexuales, por sus derechos políticos y de ejercicio de su preferencia sexual; los de los jóvenes, por las oportunidades de formación y laborales; los de los ambientalistas, por el cuidado del planeta, de la vida humana y las demás especies… Estos movimientos suelen tener asiento en las organizaciones no gubernamentales, grupos indígenas, instancias ciudadanas, iglesias, sindicatos, partidos políticos, algunas magistraturas (más escasamente) (Arce, 2001)… y operan prácticamente sin recursos. Los gobiernos no tienen mucho interés en ellos y, por lo mismo, no les asignan presupuesto, ni los integran a ningún programa o plan de desarrollo. Las manifestaciones a través de las cuales se expresan suelen estar presentes en la literatura, el teatro, el cine, las canciones, las luchas juveniles, femeninas, que buscan operar cambios en las relaciones humanas (Opazo, op cit).
Visiones desde la educación
No obstante el planteamiento pesimista de los apartados anteriores respecto al efecto corrosivo de la globalización, hay quienes reconocen que es imposible detener este fenómeno; por lo que, en lugar de oponerse, es necesario observar las ventajas que ofrece y aprovecharlas para limitar sus impactos negativos. A fin de lograrlo, se ha pensado en los distintos principios, dimensiones, ámbitos, propósitos, metodologías, alcances, instancias, concepciones y modalidades de la educación; y en ésta, como el recurso con la mayor capacidad de generar conocimiento, conciencia, comprensión y manejo de las expresiones sociales y ambientales que de la globalización se derivan, procurando el bienestar y las buenas relaciones de todos los seres humanos y revertir los daños ocasionados a la naturaleza y al planeta.
Los cuatro principios fundamentales de la educación (Stavenhagen, op cit), constituidos en cimiento y punto de partida de todas las acciones educativas, son: 1) aprender a conocer: consiste en el uso y aprovechamiento de la información de manera autogestiva; 2) aprender a hacer: desarrollo de habilidades para adaptarse a los cambios del mercado laboral a través del tiempo; 3) aprender a ser: construcción de la personalidad humana basada en valores éticos, estéticos y espirituales que acerquen a los individuos a la felicidad; y, 4) aprender a convivir: hacer posible la convivencia en comunidad, sin prejuicios y con respeto de los otros, a través de lo cual se obtiene el reconocimiento de sí mismo.
El universo de estos principios puede abrigar los conceptos de desarrollo humano (Opazo, op cit), educación humanista (Fernández, 2001), pedagogía de la ternura (Mújica, 2001), participación social, ciudadana y popular (Caruso, 2001); y las modalidades de educación formal (sistematizada) (Ornelas, op cit; Prawda y Flores, 2001) e informal (popular y de jóvenes y adultos) (Arce, op cit; Zarco, 2001; Rivero, 2001).
Los sujetos de desarrollo humano son todos los hombres y mujeres que padecen situaciones de marginación, discriminación, dominación, explotación y exclusión. Y las estrategias y acciones destinadas a encausar este desarrollo contemplan las perspectivas: económica, por la que se aspira a una ampliación de las oportunidades, conocimientos y recursos para alcanzar una vida prolongada, saludable y decente; libertad política, económica y social; y la posibilidad de ser creativo y productivo, respetarse a sí mismo y tener garantía de derechos humanos; filosófica, como búsqueda del bienestar como principio moral que media las elecciones que hace cada individuo, su aspiración a la felicidad, el ejercicio de la libertad y la asunción de las consecuencias derivadas de éste; psicoanalítica y antropológica, proceso de individuación o despliegue de la personalidad, construcción de una vida propia en la que cada ser humano es libre y responsable de sí mismo, sabe quién es y quién quiere ser, goza de salud mental y el referente de su autorrealización está en la intersubjetividad; es decir, se reconoce en los otros y se vuelve consciente de su pertenencia a un marco social y cultural. Cada hombre y mujer siente la necesidad de comunicarse, pertenecer a grupos, recibir reconocimiento, compartir referentes, valores y símbolos.
Cuando los sujetos se fortalecen, emerge la participación y mediante ésta la oposición a la exclusión.
La educación humanista se sitúa como herramienta de transformación social y cultural, en posibilidad de establecer un diálogo con la cultura hegemónica prevaleciente. Desarrolla la razón y las capacidades para percibir, intuir, recrear, gozar, adivinar y transformar la realidad. Promueve la libre interpretación, la lectura participativa, el desarrollo de las artes, el cultivo de la creatividad y la imaginación, y el florecimiento de la sensibilidad; no cohíbe la inconformidad ni la inventiva. Pone en juego el deseo, la fantasía, la reflexión profunda, la libertad y la utopía. Sus planteamientos incluyen formación en valores (solidaridad, respeto, tolerancia, aceptación de la diversidad, dignidad personal y compartida…) mediante los cuales el ser se abre al misterio, la belleza y la libertad plena. La propuesta de la educación humanista es construir conocimiento desde donde se sienten la desesperanza, los pesares y las carencias; pues no ve a la pobreza como dato estadístico, sino como el rostro de cada uno que la vive y por ella muere.
Dentro o muy cerca de esta corriente humanista se hallan la pedagogía de la ternura, la educación popular y la educación de jóvenes y adultos. Los rasgos comunes de estos tres conceptos, son que la educación que se imparte surge de los grupos marginados o excluidos y se orienta al mejoramiento social, político y cultural de estos mismos grupos. Son, a la vez, alternativas de aprendizaje y cambio asentadas más allá de las fronteras de la escuela y de la educación formal. Sus prácticas se realizan en la acción liberadora y transformadora desarrollando procesos para la incidencia política, el fortalecimiento organizativo de la sociedad civil y la democratización. El trabajo en redes facilita el intercambio de conocimientos, la producción teorico-metodológica, la generación de programas de autogestión educativa (Arce, op cit).
Desde otra perspectiva (Zarco, op cit), se les piensa como propuesta dialéctica de oposición a la explotación y la dominación en las relaciones sociales, y también como el origen de la concientización que ha de llevar a los sujetos al análisis crítico de la realidad, la formación y organización política y el desarrollo de la macrovisión de la alternativa social con su sujeto histórico popular. La participación activa se da en el acto de conocer y estudiar mediante dinámicas de grupo y técnicas deductivas e inductivas basadas en casos reales. Esta vertiente educativa critica a la educación formal como reproductora de la dominación; emplea el método participativo que parte de la práctica, la teoriza y genera orientaciones para una nueva práctica. También, reconoce las dimensiones ambiental, de género, ética, de los derechos humanos, interculturales y generacionales, los temas de ciudadanía y el protagonismo de la sociedad civil. Entre las críticas y oposiciones que enfrenta, se le califica de ideologizada, recargada en la postura del educador, carente de sistematización e investigación empírica que la avale, y de estar más ocupada de la acción política que del acto educativo per se.
Además de los rasgos y orientaciones previamente declarados, la educación de jóvenes y adultos (Rivero, op cit) orienta sus tareas a la búsqueda de más y mejor participación de sus usuarios en proceso políticos, equidad, igualdad de género, inserción en el trabajo, internacionalización de procesos productivos (desarrollo local y desarrollo sustentable), acceso a tecnologías, organización, justicia social, nuevos órdenes sociales… dichas tareas también se relacionan con alfabetización, educación para el trabajo y ciudadanía.
Entre todas, la alfabetización es la tarea más extendida por cuanto la sociedad aprecia y valida la cultura escrita, y se dirige a la familia, las mujeres y los jóvenes. Resultados de investigación demuestran que cuando se imparte educación a adultos, siempre se obtienen mejores resultados de la formación de mujeres que de hombres. Ellas se comprometen más, se preocupan por la educación de los hijos, tienen mayor contacto con estos. Educar a las madres impacta positivamente la educación de los hijos en los niveles básicos: preescolar, primaria y secundaria.
Los jóvenes son el público mayoritario de la educación para adultos, pues abandonan la educación básica debido a su inserción temprana al trabajo; y, por esta misma razón, acuden con mayor frecuencia a las escuelas vespertinas y nocturnas. Sus demandas más frecuentes son: programas flexibles, computación e inglés: ofertas que les permiten un tránsito seguro en la ruta laboral.
Algunos países ya cuentan con sistemas, planes y programas más o menos integrados para atender la educación popular y la de jóvenes y adultos; pero la asignación de presupuestos todavía está lejos de atender a cabalidad las necesidades que de ahí se derivan.
La participación social se vincula e incluye a la participación ciudadana y la participación popular. Todas, resultado de la educación informal de vertiente humanista y popular. La educación para la participación social es siempre una educación para el cambio: trabajar por una nueva cultura, instalar la conciencia de responsabilidad social por los derechos de todos, y por la idea de sociedad de y para todos. Responde a sistemas de valores y metas, a marcos teóricos de comprensión de la sociedad y a una visión de futuro esperado en el que cada sujeto es capaz de responder por sí mismo, por su prójimo, el entorno, el medio ambiente y lo demás. El ámbito de acción son los espacios locales y consistirá en enfrentar el poder al servicio de la apatía y la indiferencia, proponer soluciones a los problemas colectivos, reorientar los liderazgos y apoyarlos en el conocimiento y la capacidad dialógica, generar organizaciones y movimientos, desarrollar la democracia y una transformación y construcción del poder dirigido hacia la responsabilidad social.
Las características generales comunes a la educación, los profesores y los estudiantes inmersos en las propuestas educativas de este apartado, son:
De la educación: educación para toda la vida, modelos centrados en el aprendizaje, sistemas de créditos con entradas y salidas laterales, instrumentos de evaluación-certificación de competencias académicas y laborales, educación continua y permanente, movilidad estudiantil intra e interinstitucional en los ámbitos nacional e internacional, incorporación del inglés, la informática, la computación y la navegación por Internet, promoción de la lectura, desarrollo de las artes, cultivo de creatividad e imaginación, formación en valores (solidaridad, respeto, tolerancia, aceptación de la diversidad, dignidad personal y compartida), apertura al misterio, la belleza y la libertad; búsqueda de la excelencia académica, calidad y eficiencia; integración de la investigación y su inserción en la docencia, la vida cotidiana, el servicio social y la práctica profesional; reflexión teórica, experimentación y participación en la transformación de la sociedad mediante procesos de construcción democrática, potenciación de protagonismos, fortalecimiento de grupos, monitoreo de acciones y exigencia de cuentas de la gestión pública; enriquecimiento del enfoque de género; gestación de cuadros y estrategias para la acción política, la reflexión académica y científica; y el establecimiento de una cultura de la evaluación.
De los profesores: proyectados como profesionales de la esperanza, comprometidos en la búsqueda de la perfectibilidad y el desarrollo humano, centran su atención en los aprendizajes, se preocupan por el futuro de la especie humana, desarrollan investigación y generan conocimiento; son formadores (no meros instructores), acompañantes de sus alumnos, abiertos a la crítica; enseñan a valorar la vida y reconocer la dignidad de las personas; preparan en el conocimiento y defensa de derechos y responsabilidades; forman individuos independientes, autónomos, autodisciplinados, creyentes de la democracia, defensores del ambiente y de los débiles; detentan la pedagogía de la ternura; ayudan a recuperar la fragilidad como condición para construir la paz, valorar la democracia como sistema político y estilo de vida y educación sobre memoria histórica.
De los estudiantes: estos, por reflejo expresan las competencias (conocimientos, habilidades, actitudes y valores) que el esfuerzo de sus profesores habrá de irles imprimiendo. Se espera que se conviertan en personas reflexivas, indagadoras, capaces de asombrarse, de responsabilizarse, de resolver problemas, de aprender por ellos mismos; hábiles en el manejo de las tecnologías tanto para los procesos formativos como para los productivos; conocedores de la historia; funcionales en la globalidad y en lo local; buenos para trabajar en equipo en forma cooperativa y colaborativa; comprometidos con sus semejantes, respetuosos de las diferencias, cuidadores de sí mismos, de los demás y del medio ambiente…
La investigación: un eje transversal
La investigación es la actividad humana a través de la cual se conoce la realidad. Está presente en todas las áreas de la vida humana, y sus resultados afectan tanto a ésta como a todo lo que la rodea. En lo que concierne a la educación, desde 1970 la investigación ha tenido un crecimiento muy rápido, evidente en la abundancia de programas, proyectos y publicaciones; y los eventos de intercambio son frecuentes en todas partes. Se le ha integrado en los planes de las universidades y de las escuelas normales, impulsada por instancias de gobierno y otras asociaciones.
Las funciones que se le atribuyen y de las que deviene su importancia, son: el diseño de innovaciones, toma de decisiones, planificación, desarrollo de instrumentos para renovar y mejorar las prácticas; cualificación de los problemas de la educación, trazo de rutas de solución y generación de respuestas, modelos, métodos y materiales que orientan la acción educativa. Mas, no obstante que se le reconocen todas las ventajas enunciadas, que opera con métodos, técnicas e instrumentos de eficiencia y eficacia probadas, hay quiénes aún debaten sobre a qué se le llama investigación educativa, cuáles son los criterios que la validan y cómo se organizan sus resultados y formulan los estados del conocimiento (Rodríguez, 2001). Mientras estas inquietudes se resuelven, es deseable que se siga investigando y aprovechando el conocimiento que la investigación provee para que la educación siempre evolucione hacia la mejora continua.
Lo nacional
En México, el fenómeno educativo constituye una preocupación social sentida desde tiempos remotos. Pero en los años recientes, ante el avance irrefrenable de la globalización, de la mundialización de la economía, del riesgo inminente de la pérdida de identidad nacional, de la falta de competencia productiva, de la nueva orientación de las economías hacia la construcción y explotación del conocimiento, se ha pensado en organizar de una manera más sólida al Sistema Educativo Mexicano (SEM) en todos los niveles, desde el preescolar hasta el posgrado.
Para esto, a finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, tuvo lugar lo que se conoció como Proyecto Democrático y Equitativo: un enfoque cultural que serviría de modelo para formar personas competentes, cultas, dueñas de valores intelectuales y herramientas analíticas; listas para enfrentar cambios en la producción y el trabajo. Desde esta concepción, los egresados de la educación mexicana serían ciudadanos con pensamiento y sentimientos impregnados de una historia y cultura común, capaces de funcionar en la economía mundial, cimentada en el conocimiento científico, la información aplicada a la producción, organizada horizontalmente, en redes; con adhesión a las tecnologías apoyadas en descubrimientos científicos: biotecnologías, ciencias de los materiales, láser, energía renovable.
Además, en su reforma profunda el SEM tenía como propósitos el incitar a los estudiantes a averiguar, ser curiosos, encontrar vías de conocimiento, usar su inteligencia, sus recursos, su experiencia; centrar el aprendizaje en la solución de problemas (método integrado por cinco elementos: abstracción, sistematización, experimentación, acción y colaboración); enfrentar deberes complejos, trabajar en equipo, ser responsable y hábil para transferir aprendizajes a situaciones problemáticas distintas.
Los profesores, por su parte, habrían de modificar su actitud frente al trabajo, revalorar su profesión, exigir con soporte en sus acciones el reconocimiento social, laborar con ética de trabajo perceptible en las aulas, y ser remunerados con un salario acorde a su profesionalismo. También cambiar de actitud hacia el trabajo colegiado, el mejoramiento de las relaciones interpersonales y el uso efectivo del tiempo de clases.
Al respecto, el SEM recompensaría mejor a los maestros, pero les exigiría más. La formación de éstos sería de mayor calidad, desafiante para el intelecto, la creatividad, la inteligencia; y estaría apoyada en las tecnologías de la información y la comunicación e información para crear materiales didácticos y ambientes de aprendizaje amenos, ágiles, eficientes y eficaces.
El SEM además, ampliaría la cobertura, aumentaría los recursos materiales e intelectuales y mantendría constante su reorganización. Todo mediante la generación e implementación de instrumentos y mecanismos para la evaluación de resultados (Ornelas, op cit).
Prawda y Flores (2001) concuerdan con la idea previa de modernizar al SEM y, de igual manera, piensan que es necesario el establecimiento de un mecanismo exquisito de evaluación que permita una clara identificación de los aciertos y las fallas; así como las necesarias y pertinentes correcciones de rumbos. El impacto previsible de estos cambios es la asunción de una cultura creciente de rendición de cuentas a la sociedad de resultados cualitativos y cuantitativos; la reducción del desperdicio ocasionado por la reprobación y la deserción; el uso de la capacidad física y humana que esté ociosa, y el diseño, implementación y evaluación de distintas estrategias de mejora de la infraestructura, el equipamiento, el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Para lograrlo, hacen recomendaciones como: aprovechar los resultados de investigaciones internacionales en el ámbito educativo, en ciencias cognitivas, áreas específicas del conocimiento, la enseñanza y el aprendizaje, en intervención temprana (incluye la capacitación de los padres para participar y asesorar en la educación de sus hijos); fomentar la buena lectura, el uso de las tecnologías como televisión, videojuegos, computadoras e internet; enfrentar a los estudiantes a problemas concretos y propiciar la transferencia de unas situaciones a otras llevándolos de lo básico a lo complejo. Los planes y programas de estudio deben ser livianos, concretos, de complejidad y profundidad graduales, viables, flexibles, más atentos a procesos que a productos. Los profesores han de ser creativos, hábiles para el trabajo colegiado, sensibles, entrenados para la evaluación, dotados de amplia variedad de técnicas para enseñar y libertad para experimentar responsablemente.
Lo personal
Los apartados anteriores muestran ideas de distintos autores acerca del impacto negativo que la globalización ha generado en las diversas sociedades del mundo, potenciada por el desarrollo y la posesión de la ciencia, la tecnología y los medios masivos y electrónicos de comunicación. Se dijo que las ventajas son para los grupos sociales y los países ricos; y las desventajas, para los grupos y países pobres. Lo que hace a los primeros poderosos y dominantes; y a los segundos, pobres, dominados y excluidos. Esos mismos autores ven en la educación las vías de solución a los muchos problemas derivados de la globalización y de todas las situaciones de desigualdad e inequidad que ésta genera. Y, aunque sus ideas son legítimas por cuanto se respaldan en la experiencia y la autoridad que les da el ser investigadores reconocidos, siempre hay dudas, procesos insolutos, prácticas anómalas, que rompen con la esperanza y aumentan la frustración.
Por esto último, se concluye lo siguiente:
Dado que las reglas del juego económico, social, político y cultural son impuestas por los mercados, y los Estados se han quedado impotentes ante ellos, sin capacidad ni posibilidad de participar en el debate, en la generación, seguimiento y evaluación de políticas públicas que ofrezcan a los grupos sociales más vulnerados mejores condiciones de vida, de justicia y de desarrollo humano, los Estados –el mexicano, entre ellos; o en primer lugar- deberían impulsar la creación y desarrollo de empresas estatales o poner los medios para que los grupos y comunidades marginados creen y mantengan empresas, a fin de entender y equilibrar las condiciones del mercado y volver a la posibilidad de estar en el debate, la discusión y el derecho de participar activa y competitivamente.
De acuerdo con los autores arriba presentados, es imposible frenar la globalización; antes bien, será necesario aprovechar las ventajas que ofrece. Del mismo modo se piensa que la educación es el bien social mediante el cual será posible modificar el impacto negativo que la concentración de la riqueza, el poder y el conocimiento proveen al estar en manos de minorías privilegiadas; y habrá de lograrlo evitando el alienamiento de los individuos a partir de prácticas educativas de mero entrenamiento. La educación tiene el deber de formar sujetos pensantes, críticos, creativos y proactivos, capaces de ver en los problemas rutas de manumisión y de verdadero desarrollo humano; pues hasta el momento, los individuos y grupos en lucha (pobres y excluidos) se desalientan incluso antes de luchar porque necesitan resolver primero sus necesidades básicas.
En los distintos casos, la mayor parte de los individuos no cuentan con un nivel educativo que les permita dimensionar con claridad las causas y consecuencias de los problemas que intentan resolver, ni las vías posibles de solución. Por esto se comportan con timidez; pues llevan una carga de opresión histórica que les impide siquiera imaginar una condición diferente.
Por otra parte, los recursos que se necesitan para desarrollar las gestiones pueden no estar al alcance de esos grupos; y se vuelve forzoso ejercer presión sobre quienes en el Estado toman las decisiones y –ciertamente- no suelen estar dispuestos a escuchar ni a destinar dichos recursos para estas causas.
En el momento actual –como ya se anticipaba-, incluso los Estados se hallan en la tendencia de sucumbir a las fuerzas del mercado y de las minorías poderosas, doblegándose de tal manera que terminan acatando sus designios y ejerciéndolos a la vez para el sometimiento de los pueblos y de sus organizaciones. Los cacicazgos locales se han transformado en sistemas internacionales de control de la riqueza y el poder.
Las expresiones alternativas (informales) de educación con mayor presencia, según los autores que se han venido refiriendo, son: la educación popular y la educación de jóvenes y adultos. Se cuentan también los movimientos de los grupos conformados por individuos marginados, discriminados, excluidos, como los de las mujeres, los jóvenes, los indígenas, los migrantes, los homosexuales, los ambientalistas, algunos sindicatos y asociaciones libres. Y dentro de estas expresiones, diversas orientaciones destinadas al desarrollo humano, y a la participación social, popular y ciudadana. Todas las cuales se sitúan en el paradigma del logro de la ética, la dignidad, la libertad, la igualdad y la solidaridad humana; el conocimiento, el respeto y el cuidado del entorno y del resto de las especies, en un marco de justicia y de paz social.
La educación popular se instituye como una herramienta a través de la cual las luchas emancipadoras han de darse de manera más civilizada, pacífica y justa. Pero esta corriente educativa, con las más de siete décadas que lleva de existencia, sigue siendo una práctica de guerrilla que se ejerce casi en la clandestinidad; porque, aunque se le reconoce el valor que tiene, no recibe el apoyo ni el impulso que merece, no tiene lugar en las políticas públicas, ni en los presupuestos, ni en los planes de desarrollo. Sin embargo, sigue siendo una opción mediante la cual se teje la esperanza.
Por su parte, la participación social bien llevada puede provocar los cambios deseables en la sociedad, en las relaciones de poder y en la ética de las actuaciones de quienes ejercen el poder y de quienes lo reciben (padeciéndolo en muchas ocasiones), y en las actuaciones de todos los tipos de quehacer humano, en los planos individual y social.
Pero en la realidad práctica, la participación social es todavía limitada. Muchas reformas educativas incluyen contenidos de educación para la participación social, y los docentes los abordan sólo como temáticas que es necesario revisar, y no como prácticas que deben interiorizar los educandos con miras a la transformación de la sociedad y de las relaciones sociales.
En otro sentido, por encima de los contenidos curriculares que promueven una educación para la participación social, está la normatividad implícita, la violencia velada, la práctica de lo latente, que sabotea todos o la mayor parte de los intentos de que la participación social se convierta en una práctica manifiesta y cotidiana.
En México existe un amplio rezago educativo, no obstante que se cuenta con el INEA y el CONAFE: dos instituciones que ofrecen educación a jóvenes y adultos, a mujeres, campesinos e indígenas; y con todo un sistema educativo organizado y poderoso de educación formal que va del preescolar hasta el posgrado, que es necesario fortalecer aún más, y estremecer para que en la sacudida le sean limpiadas las múltiples lacras de que adolece, y mejorar la calidad educativa en este país.
Para este último propósito, se cree que en México se tiene todo para llevar a cabo las transformaciones necesarias en todos los niveles educativos, a fin de formar ciudadanos plenamente identificados con su mexicanidad y competentes para participar con ventaja en la economía mundial. Transformaciones inherentes a los espacios físicos, el equipamiento, los planes, programas y contenidos de estudio, las prácticas de estudiantes y profesores, y la vigilancia de la sociedad. No obstante, existen frenos que obstaculizan el cambio deseable; entre otros: que la sociedad confía sus hijos a los profesores, pero no les reconoce su trabajo; los profesores exigen mejor remuneración, pero no se preparan ni actúan con ética; además, actúan corporativamente y ejercen presión sobre las instituciones para mantener su statu quo; se desperdician muchas horas clase, no hay mecanismos evaluadores ni reguladores que propicien mejores desempeños; la Ley General de Educación contempla la participación social, pero quienes la ejecutan limitan dicha participación.
Valiosas iniciativas de reforma se han venido abajo porque las instituciones se han doblegado ante el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) cuyos actores se oponen fuertemente a cualquier tipo de reforma; sobre todo si incluye la evaluación de los profesores, como se ha visto en fechas recientes en los medios de comunicación masiva del país. Pablo Latapí (2012) expresa que decisiones importantes de reforma y cambio dirigidas al sistema educativo mexicano recaen en la responsabilidad del Secretario de Educación Pública; quien, pudiendo ser bien intencionado, la mayor parte de las veces tiene muy limitadas posibilidades de acción. Entre otras, tomarle parecer siempre al Presidente; exponerse a las determinaciones de los diputados y senadores –quienes no siempre entienden de problemas educativos, ni les importan-; esperar que la Secretaría de Programación y Presupuesto autorice los recursos, que la Secretaría de Hacienda otorgue esos recursos, y que el SNTE no participe presionando a todos los anteriores.
Por último, para mejorar la calidad educativa en México, además de atender todos los rubros puestos a la vista con mayor o menor amplitud y profundidad, el que debe atenderse con mayor prisa es el de la evaluación, pues si esta se instala en todos los niveles educativos, en todas las instancias, en todos los procesos, en todos los contenidos, en todas las personas, en todas las prácticas y en todos los momentos, será posible identificar los aciertos y las fallas, pero también a los responsables de que el Sistema Educativo Mexicano no sea todavía todo lo efectivo que se desea. Será posible también trazar las estrategias de mejora y las acciones de seguimiento que garanticen una sólida transformación. Sobre todo, en la cultura. Que se deje de simular, que se deje de gesticular, como decía Rodolfo Usigli (2002: 65), que se afronte la realidad con responsabilidad y sin demagogia. También, que se deje de creer que los profesores son una máquina ultrapoderosa que puede dedicarse a todas las tareas educativas al mismo tiempo, sin fatiga, sin protesta, sin criterio, sin crítica, sin sentido de responsabilidad, sin ética, sin formación oportuna y adecuada, sin horarios específicos… el profesor ha de ser sólo el profesor; no el profesor, el tutor, el administrador, el prefecto, el intendente, el mensajero, el portero…
Y claro, por qué no, que los funcionarios públicos dejen de decir en discursos triunfalistas y falsos todo lo que hacen por la educación, sin hacerlo (del dicho al hecho, hay mucho trecho). En su lugar, que hagan todas las mejoras que son necesarias, aunque no las digan. Y, si las dicen, que sea hasta que fueron hechas: pasar del hecho al dicho.
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